Marc Márquez ya marca el paso en Ducati. Sus resultados y liderazgo están cambiando la jerarquía del equipo, dejando atrás a un Pecco Bagnaia cada vez más presionado.
Durante meses, en Ducati insistieron en que no habría guerra interna. Que Pecco Bagnaia, bicampeón del mundo, seguiría siendo el eje del proyecto. Que la llegada de Marc Márquez al Ducati Lenovo era solo un paso más en la expansión de la familia roja. Pero la pista, como siempre, dice otra cosa.
Marc Márquez no solo ha demostrado que sigue teniendo el talento intacto; también ha evidenciado que su peso mediático, técnico y estratégico está alterando las dinámicas dentro de Borgo Panigale. Lo que empezó como una alianza simbiótica, se está convirtiendo en una inevitable reconfiguración del poder.
Los resultados hablan… y Ducati escucha
En solo seis Grandes Premios, Marc ha sumado ya cuatro victorias -y seis al sprint-, ha terminado por delante de Bagnaia en casi todas las ocasiones y ha sido protagonista en cada Sprint o carrera larga. Su capacidad de adaptación a una moto exigente, sin haber tenido test oficiales con ella, ha dejado boquiabiertos a sus propios rivales.
Mientras tanto, Bagnaia se ha visto envuelto en errores, caídas y dudas. Aunque nadie en Ducati lo dirá en voz alta, el paddock comienza a ver el cambio: el que lidera las reuniones de alto voltaje en el box, el que da instrucciones con confianza, el que transmite la sensación de tenerlo todo bajo control… es Marc.
Un líder natural… incluso sin el mono rojo
No hace falta llevar el peso del tiempo para marcar territorio. Marc lo sabe y lo está haciendo. Desde las conversaciones con Gigi Dall’Igna hasta las bromas con Tardozzi, el de Cervera ha conquistado al entorno Ducati con su carisma, su experiencia y su hambre inquebrantable. La teoría decía que sería un año de adaptación. La realidad ha sido otra. Marc no ha llegado a Ducati para aprender: ha llegado para ganar. Y eso se nota.
Bagnaia: la presión de mirar por el retrovisor
Pecco es rápido, brillante y ha llevado a Ducati a lo más alto. Pero ahora vive bajo una sombra que no esperaba. Tiene que defender su posición como número uno mientras gestiona la presión mediática de compartir fabricante con uno de los mejores de la historia. Y cada vez que Márquez se cuela delante en la tabla, la herida se ensancha.
¿Y ahora qué?
Lo cierto es que la figura de Marc Márquez se convierte en un factor decisivo. Porque ya no es solo un invitado de lujo. Ya no es “el de Honda en Ducati”. Es el hombre que está cambiando el curso de los acontecimientos, desde dentro y sin pedir permiso. Tal vez no lo admitan públicamente. Tal vez insistan en que todo sigue igual. Pero cada vez más voces en el paddock lo tienen claro: Marc Márquez ya manda en Ducati.
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