Marc Márquez vive un momento dorado. El piloto español de Ducati oficial no solo lidera con autoridad el Mundial de MotoGP 2025, sino que este fin de semana, en Sachsenring, alcanza una cifra simbólica: 200 grandes premios disputados en la categoría reina. Y no podría tener un escenario mejor para celebrar semejante hito que el trazado alemán, donde ya ha ganado en 11 ocasiones entre todas las categorías.
Su última victoria en este circuito data de 2021, cuando aún pilotaba para Honda y regresaba de una de las etapas más oscuras de su vida: una dura lesión que lo tuvo fuera de juego durante casi tres años. Aquel triunfo fue un soplo de esperanza. Hoy, con el mono rojo de Ducati, Márquez luce diferente: más sonriente, más rápido y más sólido que nunca.
Las cifras hablan por sí solas. Ha conseguido seis dobletes en lo que va de temporada y lidera el campeonato con 68 puntos de ventaja sobre su hermano Álex Márquez, quien llega a Alemania tocado tras fracturarse un dedo en Assen. Aunque en el paddock muchos dan por hecho un nuevo recital del #93, él mismo recuerda que Sachsenring también ha sido escenario de tropiezos: “Cada año que llegamos a Sachsenring las expectativas son altas. Voy a tratar de hacerlo lo mejor posible, y eso pasa por intentar luchar por ganar. Pero en 2023 y 2024 también sufrí caídas y lesiones”, advirtió el catalán.
Giro en los últimos años
En 2023, aún en Honda, tocó fondo en este trazado, cayéndose hasta cinco veces antes de decidir no correr el domingo. Fue entonces cuando inició su nueva etapa con Gresini Racing y más tarde firmó por el equipo oficial Ducati. Desde entonces, ha recuperado la chispa, la velocidad y, sobre todo, la confianza.
Pero él mismo advierte que esa confianza hay que gestionarla con cabeza. “Parece que este año maximizo el rendimiento en los circuitos difíciles y fallo en los que me son favorables”, reflexionó Márquez. Y lo ejemplificó con su caída en Austin, donde lideraba cómodamente antes de irse al suelo, o las dos caídas en Holanda: “En Assen, las caídas no habrían sucedido si no hubiera estado atacado. Poco a poco voy más rápido, y eso sube mi confianza. Pero la confianza hay que tenerla controlada, porque si no pasa lo de Austin”.
Márquez no se esconde, no vende humo. Pero llega a Sachsenring en plena forma, en su gran premio número 200, en su circuito fetiche y con una Ducati que le permite soñar. Y si alguien sabe cómo hacer historia, es él.
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