Yamaha sigue progresando en MotoGP 2025 gracias al impulso de las concesiones, el desarrollo de un nuevo motor V4 y los buenos resultados de Quartararo en Europa.
Las mejoras tardaron en llegar, pero el esfuerzo comienza a dar frutos. Después de varias temporadas sumidas en la oscuridad, las marcas japonesas por fin ven la luz al final del túnel. Honda ya ha saboreado la victoria —la de Johann Zarco en Le Mans fue tan sorprendente como estratégica—, pero es Yamaha la que, sin tanto ruido, está avanzando a pasos más firmes y continuos. Como reza el dicho, las cosas de palacio van despacio.
Desde que MotoGP arrancó la temporada en Qatar, los de Iwata han experimentado una notable mejoría. Pero ha sido en territorio europeo donde realmente han dado un golpe sobre la mesa. Fabio Quartararo se ha llevado la pole en las dos citas disputadas en el viejo continente —Jerez y Le Mans—, y no sólo eso: lo hizo pulverizando los récords de ambos trazados. Dos señales inequívocas de que la Yamaha M1 está recuperando su capacidad de pelear, al menos a una vuelta, contra las dominantes Ducati.
En carrera también hay brotes verdes. Quartararo fue segundo en la prueba larga de Jerez y cuarto en la sprint de Le Mans. En ambas citas, la sensación fue de que los resultados podrían haber sido incluso mejores de no ser por caídas inoportunas. La base está, y el equipo lo sabe. Por eso Yamaha no quiere aflojar ni un milímetro, consciente de que las concesiones actuales podrían disminuir tras el parón veraniego si los buenos resultados se acumulan.
La luz de Francia
Tras la cita en Francia, el equipo japonés se trasladó al Circuito de Misano para completar dos días de test privados con sus pilotos oficiales, Quartararo y Álex Rins. Aunque no han trascendido muchos detalles sobre las pruebas, se sabe que Yamaha sigue aprovechando al máximo la libertad técnica que le otorgan las concesiones, especialmente para evaluar nuevas piezas y conceptos de motor.
Uno de esos conceptos es el esperado motor en configuración V4. El director técnico Max Bartolini lo confirmó hace semanas: Yamaha trabaja ya sobre una mecánica completamente diferente a su tradicional cuatro en línea. El V4 promete más potencia y mejor aceleración, el gran talón de Aquiles de la M1 frente a las Desmosedici. La transición es compleja, pero si los datos confirman su superioridad, el nuevo propulsor podría montarse en 2026, justo antes del nuevo reglamento que llegará en 2027. Una ventaja estratégica que Ducati, sin concesiones, no puede permitirse.
La marca no se detiene. Además del trabajo de sus pilotos titulares, el equipo de pruebas —con Augusto Fernández al mando— ya ha rodado en Valencia con el prototipo V4. Un paso más en una evolución silenciosa pero firme, que podría cambiar el rumbo de Yamaha en la era moderna de MotoGP. Todo con la vista puesta en el próximo GP de Gran Bretaña, que se celebrará del 23 al 25 de mayo. Allí se podrá comprobar si todo este esfuerzo empieza a traducirse en más puntos… o incluso en esa ansiada victoria que aún se resiste.
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