Jorge Lorenzo recuerda su intensa rivalidad con Valentino Rossi, una batalla que dividió a Yamaha y definió una era inolvidable en MotoGP.
Jorge Lorenzo y Valentino Rossi escribieron uno de los capítulos más intensos y memorables de la historia moderna de MotoGP. Su rivalidad no solo estuvo marcada por la velocidad, sino también por la tensión, el orgullo y el deseo constante de superarse el uno al otro. Compartieron box en Yamaha durante dos etapas fundamentales: de 2008 a 2010 y nuevamente de 2013 a 2016. Años en los que el paddock vivió un pulso constante entre dos campeones con personalidades y estilos muy distintos.
🔥 Un muro que decía mucho más
Cuando Lorenzo llegó a MotoGP, Rossi era el referente absoluto. El mallorquín era el joven que venía a poner en duda la hegemonía del ya múltiple campeón. Como respuesta, Rossi pidió literalmente un muro físico en el box que los separara. No quería compartir información técnica con su nuevo compañero, al que percibía como una amenaza directa.
“Cuando éramos pilotos, había una tensión total. Éramos hipercompetitivos, dos gallos muy orgullosos que pensábamos que éramos los mejores. Era difícil porque teníamos la misma moto. Ganarle al otro significaba ser el número uno del equipo”, explicó Lorenzo recientemente en el podcast de Andrea Migno, Mig Babol.
🏁 Rivalidad, distancia… y respeto
El paso del tiempo suavizó la relación. El distanciamiento entre ambos, sobre todo cuando pilotaron para equipos distintos, ayudó a rebajar la tensión. “Cuanto más lejos estábamos, mejor era la relación. Cuando ya no había necesidad de ver quién era el más gallo, surgió una relación cordial”, reconoció Lorenzo. Incluso llegó a ser invitado al Ranch de Rossi, donde ambos compartieron entrenamientos y risas lejos de los focos del Mundial.
🏆 Barcelona 2009: la obra maestra de Rossi
Uno de los momentos más icónicos de su rivalidad fue la carrera de Montmeló en 2009, un duelo que aún se recuerda como uno de los mejores finales en la historia de MotoGP. Rossi adelantó a Lorenzo en la última curva, con una maniobra milimétrica y magistral.
“Me ganó porque era el mejor improvisando. Sabía ver opciones donde otros no. No descartaba ninguna curva para adelantar. Fue más listo, tiró de experiencia y yo fui ingenuo por no cambiar mi trazada tras 25 vueltas idénticas. Esa decisión me costó la carrera… y posiblemente el campeonato”, reconoció el cinco veces campeón del mundo.
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