Pedro Acosta explica su caída en Sachsenring: “No hice nada fuera de lo común, pero el mínimo error en nuestra moto se paga caro”.
Cuatro vueltas. Eso fue todo lo que duró el sueño de Pedro Acosta en el Gran Premio de Alemania. Cuatro vueltas intensas, valientes, con adelantamientos limpios, ritmo fuerte y una ambición desbordada. Pero también cuatro vueltas que terminaron con el piloto murciano por el suelo. Otra caída en un campeonato donde la línea entre el límite y el desastre es cada vez más delgada. Y Acosta lo sabe.
“Solo quería seguirlo. Y me he caído”, resume Pedro sobre la posibilidad de llegar al podio que por un momento ha rondado su cabeza. Porque no hubo un error grande, ni una maniobra temeraria. Hubo un intento de mantener el ritmo, de no quedarse atrás frente a los Márquez, Bezzecchi, Álex Márquez o Pecco Bagnaia. Pero cuando no tienes margen, cualquier pequeño exceso se paga caro.
Un margen mínimo… o inexistente
“El problema es que nuestro ritmo medio y nuestro máximo están muy cerca. No tenemos margen para jugar, para arriesgar un poco más sin consecuencias. Por eso no mejoramos mucho en los ‘qualy’, y por eso, a la mínima, se cierra la dirección o la goma se calienta… y te vas al suelo”, explicaba.
Acosta se ha convertido en uno de los pilotos más lúcidos del paddock, alguien que entiende cada palmo del circuito y cada décima de su moto. Y por eso sus palabras no son simples justificaciones, sino un reflejo del techo técnico al que se enfrenta con KTM.
Mientras Marc Márquez vuela con una Ducati afilada, Acosta empuja con talento, pero con un material que aún necesita dar un paso. “Yo estoy empujando mucho por una cosa. Ellos —la fábrica— tienen que dar el paso de traerla. Estoy muy convencido en una dirección, pero el tiempo corre. Y cada oportunidad que se pierde, está perdida.”
Sachsenring, el circuito que no perdona
“Es un circuito muy de compromiso”, dice Pedro. “Si usas demasiado la rueda delantera para girar, luego no gira. Si calientas mucho la trasera, no acelera.” Todo cuenta. Cada gesto, cada gramo de presión en el manillar. Y eso, en un campeonato tan igualado, marca la diferencia entre el podio y la grava.
Aun así, Acosta se niega a caer en el derrotismo. “Habíamos hecho buenas carreras desde Le Mans. Una pena la caída, pero hay que quedarse con las cuatro vueltas. Han sido buenas.” Y cuando le preguntan por dónde habría terminado, lo dice sin dudar: “Entre el dos y el cinco. Estaba Alex, Marco, Fabio, Pecco… había gente rápida. Pero estábamos ahí.”
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