Verstappen y Red Bull son los más inteligentes bajo las luces de Qatar y se llevan una victoria de peso que mantiene muy vivo el mundial
El desierto no perdona. Bajo las luces de Lusail, donde el asfalto parece un filo encendido y la noche vibra con un calor que no cesa, Max Verstappen encontró el camino hacia una victoria que no estaba escrita… hasta que McLaren la dejó caer. La carrera parecía teñida de naranja desde el principio, controlada por un equipo que llegaba con la mirada puesta en la corona de Norris. Pero basta un susurro de duda, un cálculo tardío, una orden que llega dos segundos después de lo que debería, para que un GP se parta en dos. Y Verstappen, como siempre, estaba ahí para recoger los pedazos.
Una estrategia que es ganadora
Mientras McLaren se enredaba en su propio laberinto estratégico, Verstappen aceleró como si la noche le perteneciera. No necesitó un coche dominante, sino precisión quirúrgica y la sangre fría de quien ha aprendido a oler la sangre ajena. Cuando el muro de Woking dudó, Red Bull no lo hizo:
Ha sido una carrera increíble para nosotros, hemos tomado la decisión correcta de parar bajo el coche de seguridad, ha sido divertido. Estoy muy contento de llevarme la victoria aquí y estamos en la pelea hasta el final.
Un ritmo impecable manteniendo a los McLaren detrás
El neerlandés marcó su ritmo, constante, implacable, como quien escribe con fuego sobre el asfalto. Cada vuelta fue un recordatorio de que, incluso en un año donde las luces parecían apuntar hacia otros nombres, él siempre está listo para volver al centro del escenario. Y hoy lo hizo con una victoria que pesa más que una simple suma de puntos:
Todo se ha compensado, creo por nuestra parte hemos salido de aquí con el máximo de puntos cuando debería haber sido un fin de semana complicado. Ha sido una maniobra interesante [la de McLaren al no entrar en boxes bajo el Safety Car], hemos tenido que mantener vivo el neumático durante 25 vueltas donde el desgaste es muy alto.
Llega el Verstappen más peligroso: el cazador tranquilo y pasivo
Max Verstappen vuelve a mirar el Mundial con los ojos afilados de quien huele una presa cercana. No lidera, pero acecha. Una posición a la que el holandés le ve esa paz y tranquilidad de la que sabe que puede salir vencedor. Y con una sonrisa en la cara y con una respuesta contundente sabe que en Abu Dabi todo puede pasar:
Es posible, ya veremos que pasa. Sigo sin preocuparme por ello
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