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Photo : William Joly

María Herrera conquista el Mundial de Motociclismo femenino (WCR) en Jerez tras un año dominante: 7 victorias, 10 podios y una sexta plaza final que le da el título ante Beatriz Neila.

La segunda edición del Mundial de Motociclismo femenino ya tiene nueva campeona. María Herrera cerró en Jerez-Ángel Nieto un curso impecable con una sexta posición el domingo que le bastó para asegurar la corona. La toledana, líder de punta a punta durante el año, resistió la presión de Beatriz Neila, subcampeona tras rubricar podio en todas las carreras. El desenlace fue la firma de una temporada mayúscula: 7 victorias, 10 podios y una regularidad de hierro.

💡 Sábado de alto voltaje, domingo de calculadora

La batalla por el título llegaba al sur de España apretadísima: Herrera desembarcó con seis puntos de margen sobre Neila. El sábado fue una montaña rusa: victoria de María, intervención de Dirección de Carrera por un lance entre Paola Ramos (wildcard) y Neila, y una ventaja que saltó hasta 15 puntos. Antes, la pole del viernes ya había colocado la primera piedra del plan.

El domingo fue otra historia. Con el objetivo cristalino —acabar entre las once primeras— Herrera activó el modo gestión. Con un ritmo sólido y sin errores, administró la carrera y cruzó meta sexta, blindando el campeonato sin necesidad de épica. Al otro lado del box, Neila volvió a subirse al cajón para clavar una temporada de consistencia sobresaliente.

🇪🇸 Jerez, escenario de consagraciones

El circuito Ángel Nieto volvió a ser altavoz de gestas. La bandera roja por un problema de semáforo en la jornada del sábado añadió tensión a un fin de semana ya eléctrico. Pero, cuando la pista mandó, se impuso el guion de Herrera: serenidad en las salidas, lectura de grupo y cabeza fría para evitar el cuerpo a cuerpo innecesario. El contraste con el sábado —caos, sanciones y toques— subraya el mérito de un domingo de cirujana.

👣 La huella de una campeona

La ruta de Herrera no ha sido lineal. Lesiones, cambios de proyecto y presupuestos ajustados fueron peajes habituales. Precisamente por eso, este título tiene un valor doble: deportivo y simbólico. Deportivamente, por su autoridad y su capacidad de adaptación en cualquier contexto; simbólicamente, por el espejo que ofrece a las nuevas generaciones: perseverar paga.

Con su corona, María toma el testigo de Ana Carrasco, campeona de la edición inaugural, y confirma el dominio español en el palmarés del WCR. Es también una revancha personal y un impulso para un campeonato que crece en parrilla, visibilidad y nivel técnico.

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