Marc Márquez relata en detalle su caída del día en Assen, los riesgos de competir en un circuito con piedras en lugar de grava y la importancia de la prudencia en plena lucha por el campeonato.
Circuito de Assen (Países Bajos).- Marc Márquez ha sido protagonista de una jornada intensa, marcada por dos caídas a alta velocidad en un circuito particularmente complicado por un detalle que no ha pasado desapercibido para el piloto: la grava no es grava, son piedras. Afortunadamente, ninguna de las caídas terminó en lesión seria, pero sí dejaron huella física, especialmente en la barbilla donde le tuvieron que dar un punto.
El día empezó con una caída. De esas que parecen limpias, pero que por dentro duelen más de lo que se ve. “El problema es que en este circuito no hay grava, hay piedras. Y cuando llegas ahí te golpean fuerte”. Así lo resumía, con un punto en la barbilla como recuerdo y algo más de lo que no se enseña: el cansancio de un cuerpo golpeado.
La segunda fue peor. Por la fuerza, por el lugar, por el impacto. “Me ha costado más levantarme por ese golpe en las partes. Me he quedado sin aire”, reconocía entre risas nerviosas. Porque así es Marc: se cae, duele, se levanta… y lo cuenta como si no pasara nada. Pero pasa. El cuerpo se llena de contusiones, la confianza se tambalea, y aún así hay que salir a pista como si todo estuviera bien.
La explicación de las caídas
Las explicaciones llegaron después. Técnicas, claras, casi quirúrgicas. “La primera caída ha sido por el neumático trasero frío. La segunda, por uno delantero que no ha funcionado como esperábamos”. Ni una queja, solo análisis. Y un apunte que lo resume todo: “El Time Attack lo he hecho con el neumático de esta mañana. Ya llevaba demasiadas vueltas y perdía rendimiento”.
Pero lo más crudo llegó en forma de pinchazo invisible: una compresión en el nervio cubital tras la primera caída. “Me he quedado con la mano dormida. Me he sacado rápido el guante porque no notaba nada. El hueso de la risa… multiplicado por diez”. Y entonces entiendes que esto no es solo MotoGP, es casi una guerra diaria entre cuerpo y mente.
A pesar de todo, Marc no se rinde. “Estamos en ese top tres o cuatro que era el objetivo del fin de semana”, dice con la misma seguridad con la que se abrocha el casco antes de salir. Porque él sabe que el campeonato no perdona. Que vienen muchas carreras seguidas. Y que una caída, una sola, puede dejarte fuera semanas. “Pero tampoco puedes salir pensando ‘no me voy a caer’”.
Cuando se le pregunta por lo que viene, su respuesta vuelve a ser directa. “Con más calor puede ir mucho mejor. A ver si de esa manera hay menos caídas en general”. Como si el sol pudiera calentar también los huesos, los músculos… y esa ambición inagotable que sigue ardiendo dentro de él.
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