Marc Márquez exhibe su maestría en todas las condiciones del circuito y destaca la valentía de su hermano Álex y el rendimiento de Martín en una jornada desafiante.
Por la mañana fue seco, luego medio mojado, después mojado del todo. Pero para Marc Márquez, el clima no es un obstáculo, es una oportunidad. En una jornada llena de contrastes meteorológicos y exigencias técnicas, el piloto catalán volvió a demostrar por qué sigue siendo uno de los referentes de MotoGP: su capacidad de adaptación roza lo sobrehumano.
“Uno de mis puntos fuertes siempre ha sido adaptarme a las condiciones”, confesó Márquez, visiblemente satisfecho tras lograr el objetivo del día: entrar directo a la Q2. Pero más allá del resultado, fue la manera en que lo consiguió lo que captó todas las miradas. Mientras otros pilotos luchaban por entender un asfalto que cambiaba vuelta a vuelta, Marc parecía tener una conexión directa con la pista, como si leyera sus intenciones.
“Cuando vienes con confianza, mantener la calma en cualquier situación hace que parezca que todas las decisiones sean las correctas”, explicó. No se trata de magia, dice, sino de preparación, interpretación y frialdad.
El peso de los Márquez
Durante el entrenamiento de la tarde, Márquez interpretó que el momento perfecto para hacer vuelta rápida no era al final —como todos esperaban—, sino a mitad de tanda. Acertó de lleno. Mientras otros sufrían el sobrecalentamiento de los neumáticos, él lo bordó.
“El objetivo era estar en la Q2 y lo hemos conseguido, pero yo destaco más el entreno de la tarde. Era muy fácil cometer un error y había que interpretar constantemente la pista”, explicó con la serenidad de quien sabe que ha hecho bien su trabajo.
Pero la historia del día no fue solo suya. También hubo tiempo para elogiar a los suyos. Su hermano Álex Márquez se vistió de Marc y demostró que el apellido pesa… y para bien.
“Sobre Álex ya no sorprende nada. Tiene el dedo roto como la semana pasada, pero ha sido valiente, ha vuelto al box y ha sacado la vuelta cuando nadie mejoraba”.
La vuelta de Jorge Martín
Y como no podía faltar, también tuvo palabras para Jorge Martín, el “Martinator”, que regresaba tras una dura lesión.
“Chapó. No es fácil volver con estas condiciones y ha salvado el día de forma sobresaliente”, dijo con una admiración sincera.
A pesar de los desafíos técnicos y un pequeño susto con las vibraciones de la moto por la mañana —resuelto con rapidez y eficacia—, Marc mantuvo el temple.
“Cuando tienes confianza puedes gestionar estas situaciones. No me pongo a pensar en los problemas, sino en las soluciones”.
En un circuito que estrenaba nuevo asfalto, Márquez también fue contundente sobre la calidad del trazado: “No había visto un asfalto nuevo que drenara tan rápido como este. Tiene muchísimo grip, y eso hace que se ruede muy rápido, pero también es fácil cometer errores”.
La jornada dejó algo claro: Marc Márquez no solo es piloto, es estratega, meteorólogo y maestro del equilibrio emocional. En su mundo, el caos se convierte en control. Y el límite, en arte.
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