El CEO de Ducati valoró el hito de 22 victorias consecutivas en MotoGP, elogió a los hermanos Márquez y mostró preocupación por el rendimiento de Bagnaia en Jerez.
Claudio Domenicali no suele dejarse ver sin motivo. Cuando el máximo responsable de Ducati pisa el box en plena acción de MotoGP, es porque la ocasión lo merece. Y el Gran Premio de España en Jerez lo fue. No solo porque la fábrica de Borgo Panigale igualó el histórico récord de 22 victorias consecutivas en la categoría reina —una hazaña que hasta ahora solo había logrado Honda en su era dorada—, sino porque la jornada dejó sobre la mesa el presente real de su escuadra: triunfos, tropiezos y tensión interna.
Domenicali no ocultó su satisfacción por el hito: “Esta meta es un momento bellísimo. Es fruto de un trabajo hecho desde hace mucho tiempo con una moto buena y unos pilotos fuertes”, afirmó ante los micrófonos de GPone. Sin embargo, el discurso del directivo no se quedó en la autocomplacencia. Enseguida cambió el tono y soltó un mensaje con doble filo: “No todos se acuerdan de que no estamos compitiendo en un Mundial con las mismas reglas. Algunos fabricantes pueden probar con sus pilotos titulares y desarrollar motores. Esta distancia se va a reducir y otras fábricas llegarán a nuestro nivel”.
Una advertencia, sí, pero también un reconocimiento implícito de que la ventaja de Ducati no es eterna. Mientras las concesiones técnicas siguen dando aire a Yamaha y Honda, la marca italiana sabe que la brecha se está cerrando. Y el nombre de Fabio Quartararo, aunque aún lejos de luchar por victorias, vuelve a sonar con cierta amenaza.
Tres pilotos, tres realidades
El domingo de Jerez dejó una radiografía clara del momento que vive cada uno de los pilotos con montura Ducati. El gran protagonista fue Álex Márquez, que logró una victoria contundente —su primera con Ducati— y recibió los elogios del mismísimo CEO: “Ya lo había demostrado haciendo algunas carreras buenísimas. En Jerez pilotó muy bien, enhorabuena”.
En el otro extremo del box, Marc Márquez protagonizó otra historia de lo que pudo ser y no fue. Estuvo en la lucha por la victoria, exhibió un ritmo demoledor… y acabó en el suelo. Para Domenicali, sin embargo, el balance sigue siendo positivo: “Marc es extraordinario, está pilotando muy bien. De vez en cuando, comete algún pequeño error por un exceso de confianza. Pero está demostrando que tiene la moto por la mano. Digamos que, de vez en cuando, un error puede ocurrir. Esperemos que esté bien por un tiempo”.
Peor lo pasó Pecco Bagnaia, que cruzó la meta en tercera posición en un circuito donde había ganado las tres últimas ediciones. Un resultado que, lejos de celebrarse, encendió algunas luces de alarma: “Pecco había ganado en Jerez los tres últimos años, con lo que el tercer puesto se le queda corto. Por desgracia, la moto no le da las sensaciones que querría para hacer los adelantamientos a los que nos tenía acostumbrados el año pasado”, explicó Domenicali.
El precio del éxito
En la cúspide del dominio, Ducati sabe que cada paso adelante genera más presión. La lucha interna entre pilotos, la amenaza creciente de rivales con ayudas reglamentarias y las exigencias de mantener la cima técnica exigen una gestión precisa, tanto en pista como fuera de ella. Claudio Domenicali, que ya vio a Ducati caer y renacer, no se deja cegar por los triunfos. En Jerez celebró, sí. Pero también avisó. Porque en MotoGP, las victorias son efímeras y el verdadero reto no es llegar: es mantenerse. Y en ese juego, la relajación no está permitida.
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