Moreira se convierte en el primer brasileño en hacerse con una corona en el mundial de motociclismo después de un año muy constante que le ha valido para subir a MotoGP
Diogo Moreira lo ha conseguido. Valencia fue el escenario definitivo, el lugar donde el brasileño cerró un año impecable y se coronó campeón del mundo de Moto2. No necesitaba ganar, no necesitaba arriesgar más de la cuenta. Solo tenía que rematar. Y lo hizo como lo han hecho los campeones de verdad durante toda la temporada: con control, con cabeza y sin un solo gesto fuera de sitio.
La carrera fue tensa desde el inicio. La presión era evidente, aunque Moreira no la dejara ver. Salió con calma, manteniendo su posición, vigilando lo que ocurría a su alrededor y, sobre todo, a Manu González, su rival directo. No hacía falta atacar. Solo hacía falta no fallar. Esa fue la clave. Esa mentalidad que ha mostrado durante todo el año volvió a ser su mejor arma.
Sin arriesgar, con calma y el trabajo hecho
González trató de apretar, de forzar una situación que nunca llegó. Moreira respondió con frialdad. Ni un movimiento brusco, ni una acción innecesaria. Carrera inteligente. Carrera de campeón. Cuando la última vuelta llegó, todo estaba hecho. El brasileño cruzó la meta sabiendo que ese segundo exacto en el que pasó por la línea de cuadros cambiaba por completo su carrera deportiva.
El título no se ganó en Valencia. Valencia solo le puso el sello. El campeonato se construyó mucho antes: en Indonesia, donde aprovechó la descalificación de González para sumar una victoria clave; en Malasia, donde su rival se fue al suelo y él volvió a sumar sin fallar; en Portimão, donde cerró una de sus mejores carreras del año adelantando a Veijer casi al final y sacando 24 puntos de ventaja en el momento más crítico del campeonato.
Su equipo: regularidad y constancia
Moreira ha sido el más regular, el más constante y, quizá, el más maduro de la categoría. No ha necesitado ser siempre el más rápido para ser el mejor. Ha entendido el campeonato como pocos lo hacen: no se gana solo atacando, también se gana sabiendo cuándo levantar la moto, cuándo respirar y cuándo esperar. El Italtrans Racing Team ha jugado un papel clave. Moto competitiva, estructura sólida y un ambiente perfecto para que el brasileño creciera sin brusquedades. Se ha visto en cada fin de semana: ni un paso atrás, ni un domingo perdido. Todo medido. Todo trabajado.
Brasil ya tiene un campeón de Moto2. Un piloto que ha hecho historia en un país donde las motos siempre han tenido un hueco, pero nunca un nombre tan grande en la categoría intermedia. Con solo 20 años, Moreira abre una puerta que puede cambiarlo todo para las generaciones que vienen detrás. Valencia no fue un final explosivo. No hizo falta. Fue, simplemente, la confirmación de que este año había un piloto que había entendido mejor que nadie cómo se gana un mundial. Diogo Moreira ya es campeón. Y lo es porque ha sabido serlo todos los días de la temporada, no solo hoy.
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