El director general de Ducati no se guarda nada tras la victoria en Jerez: celebra la gesta de Álex, critica el rendimiento de Bagnaia y analiza sin filtros el fallo de Márquez.
En Jerez, Ducati volvió a escribir historia. Y lo hizo, como ya es costumbre, a lo grande. No fue solo una victoria. Fue una afirmación rotunda de poder, de profundidad de plantilla, de visión a largo plazo. Una Ducati que ya no gana por inercia, sino por convicción. Lo expresó con claridad Gigi Dall’Igna, el arquitecto silencioso de esta era de oro: “¡22.ª victoria consecutiva en MotoGP!”. Récord igualado. Cinco pilotos diferentes. Y una motivación intacta.
El triunfo de Álex Márquez, el primero de su carrera en la categoría reina, fue la joya de un fin de semana que ya había rozado la perfección el sábado, cuando seis Ducati coparon las seis primeras posiciones en la Sprint. Pero lo del domingo fue algo más. Fue simbólico. Fue el hermano pequeño convirtiendo los años de lucha en una victoria inolvidable, en su casa, con su gente. “Histórico y merecido”, dijo Dall’Igna. Y no lo fue solo por la victoria. También por el cómo.
Porque Álex Márquez no ganó con suerte. Ganó con ritmo, con inteligencia, con una madurez que ha florecido en este 2025 como no lo había hecho antes. Lidera el Mundial. Y eso no es casualidad. Es la consecuencia de un trabajo sólido, de una moto competitiva y de un piloto que, al fin, ha encontrado su lugar. “Su primera victoria en la categoría reina no podría haber sido más especial, y el hecho de que ahora también lidere el Campeonato del Mundo es una ventaja que lo dice todo sobre este fin de semana mágico y un reconocimiento al excelente trabajo en equipo del Team Gresini“, resumió el gurú de Ducati.
El ying y el yang
El mensaje de Gigi fue tan claro como honesto. Aplaudió el esfuerzo colectivo del Team Gresini, pero también subrayó lo que no salió como se esperaba. Francesco Bagnaia, el vigente campeón, no estuvo al nivel habitual. Tercero en carrera, sí. Pero sin la garra dominadora de otras ocasiones. “Le faltó agudeza”, reconoció Dall’Igna. Ducati no se permite conformismos. Ni siquiera cuando hace podio. “Pecco no cumplió con las expectativas, principalmente porque siempre nos ha acostumbrado a mejores actuaciones los domingos que los sábados, pero también por la garra y determinación que demostró en esa espectacular primera vuelta. Desde la perspectiva del Campeonato, sin embargo, consiguió un valioso tercer puesto que añadir a su palmarés, pero lo cierto es que es imperativo que mejoremos“, añadió.
Y luego está Marc. El fichaje estrella. El hombre que está llamado a desafiarlo todo. Pero el domingo, la moneda cayó cruz. Un error temprano lo dejó fuera de combate antes de tiempo. Y, aun así, regresó a pista con una moto destrozada para arañar puntos. Terminó 12.º. ¿Insuficiente? Quizá. ¿Admirable? Sin duda. “La garra del piloto”, como la definió Gigi, es lo que mantiene viva la mística de este deporte. Y Ducati lo sabe. “Desafortunadamente, fue un error prematuro, mucho antes de que el GP tomara forma y se aclararan los valores en la pista. Será mejor que empecemos a pensar en nuestro próximo compromiso, sin albergar dudas, pero teniendo todo esto en cuenta“, completó.
La competencia
Pero hay un mensaje de fondo, sutil pero poderoso: la competencia aprieta. Ducati domina, pero no está sola. “Nuestros rivales demostraron de lo que son capaces”, advirtió el ingeniero italiano. Es un recordatorio. De que nada está ganado. De que incluso en la cima, hay que seguir subiendo. De que la magia de este deporte reside precisamente ahí: en no dormirse nunca.
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