Carlos Sainz resurge tras un inicio complicado de fin de semana en Miami y se clasifica 6º con un FW47 que empieza a marcar diferencias en la zona media.
Carlos Sainz tiene algo que no se aprende en ninguna telemetría: la capacidad de resurgir justo cuando más falta hace. Lo demostró una vez más en Miami, en una jornada que comenzó torcida pero que terminó con una clasificación brillante. Después de su accidente en la chicane del sprint —un error que él mismo reconoció sin rodeos—, el piloto madrileño tiró de cabeza fría y actitud para clavar una de sus mejores vueltas desde que viste el mono de Williams.
“Es mi mejor vuelta en Williams”, afirmaba sin titubear ante los micrófonos. Y no era para menos: no solo logró meterse en el top-10, sino que fue sexto, por delante de Charles Leclerc y Lewis Hamilton, y a tan solo tres décimas de la pole. En su propia comparación, ni Bahréin ni Jeddah, donde también hizo grandes clasificaciones, alcanzan el nivel de precisión y agresividad que mostró esta vez.
Pero el mérito va más allá del resultado. La clave está en su capacidad para resetear. “Tuvimos errores operacionales y de pilotaje. Dijimos: ‘Vamos a resetear’. Y eso hicimos”, contaba Sainz. Lo que vino después fue una demostración de madurez: ritmo, determinación y cabeza. Algo que también sirvió para lanzar un mensaje al resto de la parrilla: Sainz no ha venido a sobrevivir en Williams, sino a construir algo grande.
El FW47, sin ser un coche de la parte alta, está cada vez más asentado como el mejor del grupo medio. “Tiene mucho potencial. Si pudiéramos evolucionarlo y meterlo en el túnel de viento para corregir las dos o tres cosas que fallan…”, lamenta Carlos. Sin embargo, la estrategia del equipo es clara: no invertir más en este coche y centrar todos los recursos en 2025. Aun así, los resultados actuales son esperanzadores.
“Me frustro porque estamos a tres décimas de los líderes y hay mucho por explotar”, confesaba, sin perder la sonrisa. Quizá esa frustración sea también su combustible. La capacidad de entender el coche, de adaptarse, de absorber cada error como una oportunidad. Porque lo de Sainz en Miami no fue solo una gran clasificación, fue una declaración de intenciones: la lucha sigue. Y el futuro, si el proyecto responde, puede estar mucho más cerca de lo que parece.
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